Los japo-yayos

Hola amiguitos!!!!! Algunos lo sabréis, algunos no. Pero los yayos se fueron a Japón de vacaciones. No porque se les haya ido la cabeza más de lo que ya la tenían, sino porque allí están los tios Dani e Inés.

Un día vi maletas de nuevo y dije para mí: Uyuyuyuyuyuyuyuyuyuyyyyyyyyy aquí me huele raro. Pero como el sentido del olfato lo tengo un poco limitado (o eso dice papi cuando no encuentro la comida ni delante de mí) no quise especular. Esperé un poco y vi las maletas con materiales. Ahí pensé: ¿Se van a ir a trabajar en vacaciones como papi?

Finalmente desaparecieron una mañana. Yo pensaba que papi volvería, porque se fue con ellos y él no llevaba maleta. Pero no. La idea era dejarme sola en casa. Andreita, la prima de papi, venía a verme todos los días para jugar y que no me sintiera sola. Sin embargo, una mañana, cuando vino "el cuñao", me escapé y al llegar Andreita llevaba en la calle varias horas de disfrute, libertad y miedo. Cuando volví a casa por la noche, Andreita me estaba esperando y dice que tardé un poco en estar normal. Claro, la calle tiene muchas cosas que me asustan y con ella tenía de comer, de beber y una frase recurrida: <<Cómete el pollo>>.

Así que papi decidió meterme en clausura en un hotel. Me llevo a casa de la tía Esther y allí me tuvieron los días restantes hasta que los yayos volvieron de Japón. El primer día lo pasé mal, no me gustó nada, pero la tía consiguió poco a poco que me hiciera al lugar y a estar tan cerrada.

Cuando los yayos volvieron a rescatarme del convento, me puse muy eufórica. Pero nada comparado con el día que vino papi a verme. No paré. Jugamos, le mordí, le arañé y acabó metiéndome bajo la ducha por bruta. Sin embargo, sigo durmiendo con él cuando está en casa y jugando todo lo posible.